YA NO AGUANTO MÁS
( por Pedro Pablo Sacristán )
Valor educativo: Comprensión
Había una vez dos puertas en la misma casa. Una era una bella puerta
de salón, mientras que la otra era una puerta de baño del montón,
pero en lo que coincidían ambas era en que llevaban una vida de
perros. La casa estaba llena de niños traviesos y descuidados que no
dejaban de arrearles portazos y golpes día tras día.
Cada noche, cuando todos dormían, las puertas comentaban su mala
fortuna, pero mientras la puerta de salón se mostraba siempre harta y
a punto de explotar, la puerta de baño la tranquilizaba diciendo:
- No te preocupes, es normal; son niños y ya aprenderán; aguanta un
poco y verás cómo todo cambiará a mejor.
Y la puerta de salón se calmaba por algún tiempo. Pero un día, tras
una gran fiesta en la casa llena de golpes y portazos, explotó diciendo:
"Ya está bien. No aguanto más. Al próximo portazo que me den, me
rompo y se van a enterar de lo que es bueno.
No hizo caso de las palabras de la otra puerta, y cuando al día
siguiente recibió su primer golpe, la puerta del salón se rompió.
Aquello causó un gran revuelo y preocupación en la casa, y los niños
fueron advertidos para tener más cuidado, lo que llenó de satisfacción
a la puerta, que saboreaba su venganza.
Pero pasados los primeros días de problemas, los dueños de la casa se
hartaron de la incomodidad de tener una puerta rota. Sin embargo, en
lugar de arreglarla, decidieron cambiarla, así que sacaron de su sitio la
antigua puerta y sin ningún miramiento la abandonaron junto a la
basura.
Entonces la bella puerta de salón se lamentó de lo que había hecho,
pues por no haber aguantado un poco más, ahora se veía esperando a
ser convertida en serrín, mientras que su amiga, la vulgar puerta de
baño, seguía en su sitio y además era tratada con más cuidado...
Afortunadamente, la puerta de salón no acabó hecha serrín, porque
un hombre muy pobre la descubrió junto a la basura y aunque rota, le
pareció la mejor puerta que podía encontrar para su pobre casa; y la
puerta fue feliz de tener otra oportunidad y volver a hacer de puerta,
y de aceptar con agrado las incomodidades de un trabajo tan duro y
tan digno como es ser una puerta.