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lunes, 11 de noviembre de 2013

Humildad

EL GRAN PARTIDO
 ( por Pedro Pablo Sacristán )

Valor Educativo: Humildad

Había una vez un grupo de niños que habían quedado para jugar
un partido de fútbol por todo lo alto. Habían dedicido que cada
uno llevaría un elemento importante que hubiera en todos los
partidos oficiales, y así, uno trajo el balón, otro el silbato, otro una
portería, otro los guantes del portero, las banderillas del córner,
etc... Pero antes de comenzar el partido, a la hora de elegir los
equipos hubo una pequeña discusión, y decidieron que podría
elegir aquel que hubiera llevado el elemento más importante.
Como tampoco se ponían de acuerdo en eso, pensaron que lo
mejor sería empezar a jugar al completo, con todos los
elementos, e ir eliminando lo que cada uno había traído para ver
si se podía seguir jugando y descubrían qué era verdaderamente
imprescindible. Así que comenzaron a jugar, y primero eliminaron
el silbato, pero quien hacía de árbitro pudo seguir arbitrando a
gritos. Luego dejaron a los porteros sin guantes, pero paraban
igual de bien sin ellos; y tampoco se notó apenas cuando
quitaron los banderines que definían los límites del campo, ni
cuando cambiaron las porterías por dos papeleras...; y así
siguieron, hasta que finalmente cambiaron también el balón por
una lata, y pudieron seguir jugando...
Mientras jugaban, pasó por allí un señor con su hijo, y viéndoles
jugar de aquella forma, le dijo al niño:
-"Fíjate, hijo: aprende de ellos, sin tener nada son capaces de
seguir jugando al fútbol, aunque nunca vayan a poder aprender ni
mejorar nada jugando así"
Y los chicos, que lo oyeron, se dieron cuenta de que por su
exceso de orgullo y egoísmo, lo que se presentaba como un
partido increíble, había acabado siendo un partido penoso, con el
que apenas se estaban divirtiendo. Así que en ese momento,
decidieron dejar de un lado sus opiniones egoístas, y enseguida
se pusieron de acuerdo para volver a empezar el partido desde el
principio, esta vez con todos sus elementos. Y verdaderamente,
fue un partido alucinante, porque ninguno midió quién jugaba
mejor o peor, sino que entre todos sólo pensaron en divertirse y
ayudarse.