domingo, 10 de noviembre de 2013

Ilusión, optimismo


 JUANIJA LAGARTIJA
( por Pedro Pablo Sacristán )

Valor educativo: Ilusión, optimismo


Juanija Lagartija vivía entre unas piedras en el campo. Como a todas
las lagartijas, le encantaba tomar tranquilamente el sol sobre una gran
roca plana. Allí se quedaba tan a gustito, que más de una vez había
llegado a dormirse, y eso fue lo que pasó el día que perdió su rabito:
unos niños la atraparon, y Juanija sólo pudo soltarse perdiendo su
rabo y corriendo a esconderse.
Asustada oyó como aquellos niños reían al ver cómo seguía
moviéndose el rabito sin la lagartija, y terminaban tirándolo al campo
después de un ratito. La lagartija comenzó entonces a buscarlo por
toda la zona, dispuesta a recuperarlo como fuera para volver a
colocarlo en su sitio. Pero aquel campo era muy grande, y por mucho
que buscaba, no encontraba ni rastro de su rabito. Juanija dejó todo
para poder buscarlo, olvidando su casa, sus juegos y sus amigos,
pero pasaban los días y los meses, y Juanija seguía buscando,
preguntando a cuantos encontraba en su camino.
Un día, uno aquellos a quienes preguntó respondió extrañado "¿Y
para qué quieres tener dos rabos?". Juanija se dio la vuelta y
descubrió que después de tanto tiempo le había crecido un nuevo
rabito, incluso más fuerte y divertido que el anterior. Entonces
comprendió que había sido una totería dedicar tanto tiempo a lo que
ya no tenía remedio, y decidió darse la vuelta y volver a casa.
Pero de vuelta a sus rocas, precisamente encontró su rabito al lado
del camino. Estaba seco y polvoriento, y tenía un aspecto muy feo.
Alegre, después de haber dedicado tanto tiempo a buscarlo, Juanija
cargó con él y siguió su camino. Se cruzó entonces con un sapo, que
sorprendido le dijo:
- ¿Por qué cargas con un rabo tan horrible y viejo, teniendo uno tan
bonito?
- He estado meses buscándolo - respondió la lagartija.
- ¿De verdad has estado meses buscando algo tan feo y sucio?
-siguió el sapo.
- Bueno - se, excusó Juanija- antes no era tan feo...
- Mmm, pero ahora sí lo es, ¿no?... ¡qué raras sois las lagartijas! -dijo
el sapo antes de largarse dando saltos
El sapo tenía razón. Juanija seguía pensando en su rabito como si
fuera el de siempre, pero la verdad es que ahora daba un poco de
asco. Entonces la lagartija comprendió todo, y decidió dejarlo allí
abandonado, dejando con él todas sus preocupaciones del pasado; y
sólo se llevó de allí un montón de ilusiones para el futuro.