domingo, 10 de noviembre de 2013

Positivismo

LA INCREÍBLE LLUVIA NEGRA
( por Pedro Pablo Sacristán )

Valor educativo: Positivismo, optimismo

Gustavo Gruñetas nunca esta contento con nada. Tenía muchos amigos
y unos papás que le querían con locura, pero él sólo se fijaba en lo que
no tenía o lo que estaba mal. Si le regalaban un coche, era demasiado
grande o demasiado lento; si visitaba el zoo, volvía triste porque no le
habían dejado dar de comer a los leones, y si jugaba al fútbol con sus
amigos, protestaba porque eran muchos para un solo balón...
Pero no contaba Gustavo con Jocosilla, la nube bromista. Un día que
paseaba por allí cerca, la nube escuchó las protestas de Gustavo, y corrió
a verle. Y según llegó y se puso sobre su cabeza, comenzó a descargar
una espesa lluvia negra. Era su broma favorita para los niños gruñones.
A Gustavo aquello no le gustó nada, y protestó aún mucho más. Y se
enfadó incluso más cuando vio que daba igual a dónde fuera, porque la
nube y su lluvia negra le perseguían. Y así estuvo casi una semana, sin
poder escapar de la nube, y cada vez más enfadado.
Gustavo tenía una amiguita, una niña alegre y bondadosa llamada
Alegrita, que fue la única que quiso acompañarle aquellos días, porque
los demás se apartaban por miedo a mojarse y acabar totalmente negros.
Y un día que Gustavo estaba ya cansado de la nube, le dijo:
- ¿Por qué no te animas? Deberías darte cuenta de que eres el único
niño que tiene una nube para él, ¡y encima llueve agua negra! Podríamos
jugar a hacer cosas divertidas con la nube, ¿no te parece?
Como Alegrita era su única compañía, y no quería que se fuera, Gustavo
aceptó de muy mala gana. Alegrita le llevó hasta la piscina, y allí le dejó
hasta que toda el agua se volvió negra. Entonces fueron a buscar otros
niños, y aprovechando que con el agua negra no se veía nada ¡estuvieron
jugando al escondite! Aún a regañadientes, Gustavo tuvo que reconocer
que había sido muy divertido, pero más divertido aún fue jugar a mojar
gatos: Gustavo corría junto a ellos, y en cuanto sentían el agua, daban
unos saltos increíbles y huían de allí a todo correr haciendo gestos
divertidísimos. En muy poco tiempo, todos los niños del pueblo estaban
con Gustavo proponiendo e inventando nuevos juegos para la nube. Y
por primera vez, Gustavo empezó a ver el lado bueno de las cosas,
incluso de las que al principio parecían del todo malas.
Entonces la nube Jocosilla pensó en despedirse e ir con otros niños, pero
antes de abandonar a Gustavo, le regaló dos días enteros de lluvias de
colores, con las que inventaros los juegos más brillantes y divertidos. Y
cuando desapareció, Gustavo ya no protestó; esta vez sabía fijarse en las
cosas buenas, y se alegró mucho porque por fin estaba seco y podía
volver a jugar a muchas cosas.